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Intentos literariosCuento...
Por Tenshys - 27 de Octubre, 2012, 19:54, Categoría: Intentos literarios
DE REGRESO A MIS
RECUERDOS Hortensia Martínez P.
El reloj marcó las cinco de la tarde y di por terminadas mis labores
diarias. Afuera hacía viento y no había dejado de llover. Mi mente no dejaba de rezongar por el hecho de que justamente ahora que el auto está en el taller al huracán “Paul” se le hubiera antojado azotar su furia contra las costas mexicanas y que si bien el lugar donde vivía no estaba ni remotamente cerca del mar, aún así la “cola” del fenómeno si nos golpeaba. Ordené mi escritorio, envolví con una bolsa de plástico mi bolso de mano, me puse el rompevientos y salí dispuesta a enfrentarme a la lluvia. Comencé a caminar despacio bajo las frías gotas rogando por que el transporte público pasara rápido, no podía darme el lujo de empaparme pronto ya que tendría que viajar hasta un pueblo cercano para ver si el coche había sido reparado y debía tomar aún dos camiones para hacerlo. Mientras atravesaba el patio rumbo a la calle cavilaba en cuándo había sido la última vez que había caminado bajo la lluvia y no pude recordarlo. Siempre va uno con prisa y más cuando llueve, no importa si de todas formas terminas mojado, pero aún así tenemos la manía de correr… de escapar. Me detuve en la parada del autobús y debí esperar cerca de 10 minutos a que llegara y durante ese tiempo, lentamente fui entrando en un trance melancólico. Durante la primer parte del corto viaje que me esperaba recordé pasajes del libro que he estado leyendo, sobre todo la parte donde habla que todos nosotros estamos hechos de momentos que hemos vivido y que a veces esos trozos de pasado que se nos van desprendiendo son tan dolorosos que pretendemos olvidarlos, y en tanto nosotros queremos sepultarlos en lo más recóndito de nuestra memoria hay algunos que se niegan a morir y se sacuden, se resisten y pelean causándonos un tormento que creemos nunca podrá pasar. Otros son más bien dulces, son los recuerdos felices o los placenteros y por extraño que parezca, estos son los más débiles, los que tienden a desaparecer más pronto y a los que menos echamos en falta. Bajé del primer camión y sentí en mi cabeza que la lluvia en vez de escampar había arreciado. Apresuré el paso para cruzar la calle y no pude evitar mojar mis pies. Mis zapatos de tacón no eran los adecuados para brincotear entre el agua y ese hecho me transportó en el tiempo y me vi a mi misma siendo niña, pidiéndole a mamá me dejara jugar en los charcos y la escuché de nuevo diciéndome que no, que no estaba loca para permitir que me ensuciara en el lodo y que además podía enfermar; y desde la ventana veía yo a los otros niños juguetear llenándose de barro pero felices. Después de caminar apresuradamente dos cuadras, llegué a la central de autobuses y me dirigí a la ventanilla a comprar el boleto para ir al otro pueblo. Ya no había, pero la señorita del mostrador me dijo que si el chofer me lo permitía podía viajar de pie y pagar mi pasaje dentro del mismo camión. Esperé dentro hasta que fue la hora de abordar, y por un momento pensé que eso era una ridiculez, que debía de estar afuera haciendo fila para ver si podía encontrar asiento y en vez de eso, estaba adentro, tratando de escapar de esa lluvia pertinaz que me ponía melancólica y me llenaba de recuerdos. Por fin llegó el transporte, subí y había lugares disponibles, increíblemente me tocó en la segunda fila, cerca de la puerta de entrada pero junto a la ventanilla, donde miraba las gotas de agua resbalar una a una. El pueblo a donde me dirigía había sido mi primer hogar, viví ahí 15 años y lo había dejado cuando toda la familia se mudo a la ciudad, yo no había querido hacerlo, pero una adolescente no tiene voto aunque si mucha voz. Lloré, me enojé, grité, discutí… pero obviamente la decisión estaba tomada. En 23 años después de eso apenas si lo había visitado unas 5 veces, me parecía realmente triste ir y el tiempo no había atenuado ese sentimiento. Antes que nos mudáramos, hubo un tiempo en que el camino que estaba recorriendo era el de todos los días. Cuando estudiaba la preparatoria tenía que hacerlo ya que la escuela estaba en la ciudad y yo vivía en el pueblo. De adulta había andado a veces por esa ruta, pero siempre conduciendo y muchas veces con prisa y casi nunca más allá de donde terminaba la ciudad. Pero ahora en el camión, podía ir viendo las casas, los negocios, los campos deportivos. Me sorprendí mirando viejos edificios que recordaba de cuando era niña, por ejemplo aquél kínder de nombre raro (así me lo parecía entonces) “Ovidio Decroly” o los corrales porcinos de engorda que ahora estaban abandonados y rodeados de locales comerciales en aquel entonces inexistentes. Me asombré al darme cuenta de qué tanto había crecido la ciudad en que vivía y yo no me había percatado de ello, siempre ocupada con el trabajo no había tenido tiempo de observar. En cierta parte del recorrido el autobús se detuvo y miré el agua en la calle, cómo corría fuertemente en algunas partes y cómo la basura atascada formaba pequeñas caídas y volví a retroceder en el tiempo a cuando era niña y quería jugar en los charcos después de la lluvia. Observando el agua en la ventana de mi habitación y sin poder salir porque no me dejaba mi madre, yo solía fantasear con barcos y piratas o con sirenas cantando en el fondo del mar, incluso con el monstruo del Lago Ness… sin querer sonreí y me llegó a la mente aquel dicho popular “el que solo se ríe de sus maldades se acuerda”. El camión seguía andando y yo iba redescubriendo el camino, al llegar a lo alto de una colina alcancé a ver el valle y con la llovizna se miraba el campo hermoso, vestido de otoño y pensé que era un paisaje muy bonito, nunca lo había percibido de esa manera y me entristecí, esa belleza estaba ahí y en 38 años nunca la había disfrutado. Y me llené de esa vista y conforme nos acercábamos al pueblo mi melancolía crecía. Llegando a mi destino, bajé del camión y me dirigí al taller, el automóvil aún no se encontraba listo, el mecánico me dijo que había estado llamándome pero que nunca contesté el teléfono. Tan ensimismada estuve durante el trayecto que no me percaté del sonido de sus llamadas. Regresé por la calle hasta la parada del autobús rogando nuevamente que no tardara mucho en pasar el camión, seguía lloviendo, yo esta mojada pero seguía queriendo escapar de esa lluvia. Poco a poco desandando el camino anterior, en el autobús de regreso fui acomodando dentro de mi memoria uno a uno aquellos recuerdos que se habían negado a morir y que yo había olvidado que me dolían, pero ahora en mi adultez no los quise sepultar y al abrazarlos con ternura dejaron de ser tormentosos para convertirse de pronto en dulces memorias que en adelante evocaré con sonrisas. Bajé del autobús de los recuerdos, con el propósito de mirar con otros ojos el “mundo” en el que vivía, para ya no perderme de los detalles que pudieran en el futuro hacerme sentir melancólica; camine dos cuadras sin importarme ya la lluvia y esperé sin prisas el segundo camión que me llevaría esta vez, de regreso a casa. 15-Oct.-2012 (México) Analogía con un amor concluído
Por Tenshys - 15 de Marzo, 2007, 21:11, Categoría: Intentos literarios
El cielo se vistió de gris en un instante POR: H.M.P. TIEMPO
Por Tenshys - 18 de Febrero, 2007, 20:07, Categoría: Intentos literarios
TIEMPO¡Alto! Pido tiempo.
Tiempo para pensar qué hicimos mal, Tiempo para comprender Dónde estuvo nuestro error. ¡Adelante!, pero despacio, porque el tiempo que pierdes en tus andanzas no volverá jamás, y el amor que perdiste, jamás regresará. ¡Alto! ¿en dónde lo dejaste? ¿lo ves? En tanto ir y venir, entre salón y salón, entre trabajo y trabajo, entre copa y copa y... entre mujer y mujer. ¡Adelante! Pero piensa que el tiempo que a mí me negaste, no te lo volveré a otorgar, piensa antes de actuar, que mi amigo... el tiempo no habrá de regresar. Escrito por: H.M.P. 05/IV/94 El mejor momento
Por Tenshys - 5 de Octubre, 2006, 21:47, Categoría: Intentos literarios
El mejor momento para pensar en los porqués de la vida, es justo antes de dormir, por que se tiene el tiempo de pensar en lo vivido durante el día que recién acaba:
v ¿por qué hay tantos fenómenos naturales tan desastrosos?
v ¿por qué nuestros políticos sólo buscan el poder a como de lugar y a costa de cualquier cosa?
v ¿por qué estamos acabando con nuestro planeta y por qué a pesar de haber tanta gente trabajando en pro de la conservación, no pasa absolutamente nada?
v ¿por qué ya no hay amor en el mundo?
v Etc, etc. El peor momento para pensar en los porqués de la vida, es junto antes de dormir ¿por qué? Pues, porque nos quedamos dormidos antes de siquiera comenzar a pensar en las soluciones a todas esas cuestiones que en ciertas noches nos hacemos y que en otras tantas noches no nos dejan dormir.
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